Un sueño de palabras
El Instituto Estatal de la Cultura de Guanajuato organizó unas jornadas de encuentro con estudiantes de varios municipios en la Secundaria Niños Héroes de Manuel Doblado. Marta Hernández Ñúñez, directora de Promoción cultural y Liliana Pérez Estrada, coordinadora de Vinculación con el sector educativo fueron las promotoras de una experiencia que para todos resultó inolvidable.
Para lograr este encuentro en las letras, el Instituto puso en las manos de cada uno de los 200 chicos el libro Copo de Algodón, que fue leído con pasión y sentido de la aventura gracias al entusiasmo de los maestros, que estaban decididos a dar a conocer a los estudiantes el mundo de este niña azteca que cada día conquista un corazón.
En las manos la portada roja de la excelente edición de El Naranjo, y en las miradas la inquietud por conocer, saber más de este mundo de flores y de cantos, de altivo espíritu indomable, de relación misteriosa con la naturaleza, de espíritu y destino. Las preguntas se sucedieron imparables mientras se sentía vibrar en el aire el vuelo del colibrí azul, la energía -tonalli- del sol, el alma azteca, el alma prehispánica en ese hermoso municipio que custodia la misteriosa Piedra que tiene un sitial labrado naturalmente y donde se sentaban los príncipes otomíes a impartir justicia, hace ya muchos tantos, tantos, que nadie puede contarlos... como empieza en el libro sus narraciones la nana de Copo de Algodón.
Un sueño de palabras
Amo el canto del cenzontle
(Nezahualcóyotl)
Cántame mirlo. Ahora y siempre.
(Aurelio González Ovies)
El mundo de Copo de Algodón estaba mecido en los brazos de la poesía, la antigua poesía azteca que es tan contemporánea y precisa en su expresión de la naturaleza, de la fugacidad del instante, de la brevedad bella y dolorosa de la vida. En eco de la iniciativa que hace un mes tuvo la escritora española Asunción Carracedo en el Centro Internacional Niemeyer de Avilés cuando al lado de Joaquín de la Buelga presentó a Copo de Algodón ante los niños españoles, hojas de papel de China volaron sobre las cabezas de esos chicos mexicanos herederos de tradiciones ricas y diversas, la occidental y la mesoamericana, en ellas escritos los versos de los príncipes de Texcoco y Tacuba y Tlatelolco y Tenochtitlan, del siglo XVI, que amaban el canto del cenzontle, mezcladas con versos del contemporáneo poeta asturiano Aurelio González Ovies, procedentes de su libro El Canto del Mirlo, y con hojas en blanco para que quienes quisieran escribieran en ellas versos inspirados por la experiencia. Mientras esto ocurría se escuchaba la música del muy talentoso compositor mexicano David García Hernández, que ha trovado musicalmente el alma de Copo de Algodón y la lleva siempre consigo.
En esos minutos vivimos los ahí reunidos un sueño de palabras, en náhuatl In itlatol temictli, donde el instante se convirtió en poesía.
Al término los estudiantes acudieron a pegar en la pared las hojas con los poemas para formar un árbol de palabras que volaron en el aire, se fundieron con sus alientos y se posaron en la tierra para intentar ser árbol, tener ramas y llegar al cielo en un sueño de palabras.