lunes, 5 de septiembre de 2011

Tiempos interesantes: Conferencia en Grupo SADASI


Dentro del proyecto de animación a la lectura que Ediciones El Naranjo viene construyendo, el lunes 5 de septiembre fui invitada a dar una conferencia en el Grupo SADASI, donde al lado de Ana Laura Delgado, Angélica Antonio y los directivos y personal de SADASI vivimos una inolvidable tarde llena de emociones literarias y vitales y donde todos los asistentes accedieron a emprender el viaje más emocionante que imaginarse pueda: a través de las páginas de un libro. 


Tiempos interesantes
Por María García Esperón

These are interesting times
Gareth Owens

Buenas tardes, gracias por venir a hablar de dos de las realidades más hermosas que puedan existir: la libertad y los libros. La libertad, como dijo el poeta Horacio en un libro, tiene el nombre dulce. Los libros, tienen forma de libertad, de alas tendidas al vuelo, son sin duda el arquetipo de la trascendencia, del anhelo de inmortalidad, abiertos disponen sus hojas en manos de plegaria porque no mueran ni el amor ni la belleza, ni el conocimiento ni la amistad.
Libros: forma de libertad. Pero ¿cuál es la forma del libro? Ahora que la forma tradicional de publicar y el libro impreso atraviesan por la revolución de los soportes electrónicos vale la pena meditar en su esencia, recordar su camino, cerrar los ojos en esta tarde de septiembre y abrirlos en la noche de los tiempos.
Que sea septiembre también, en una isla muy hermosa, de clima incomparable, de majestuosas montañas, de valles donde se entonan todos los colores del arcoíris. Una isla que llamamos Creta porque así nos la nombró el poeta Homero en la Iliada y la Odisea, una isla gobernada por un poderoso monarca llamado Minos, poseedor de una armada formidable, dueño y señor del Mediterráneo.

Vivimos sin lugar a dudas, tiempos interesantes. Tiempos en los que podemos llevar a la realidad sueños antes impensables. En los que podemos poner a volar la imaginación y la libertad a través de esas aves de memoria e inmortalidad que son los libros.

La luna en Creta es una diosa, se llama Pasifae: la que brilla sobre todo. El toro en Creta es un dios, encarnación plástica y viviente de los poderes de la tierra, del dios Poseidón que agita los huesos del planeta y produce los sismos, sismos terribles que han destruido ciudades enteras y cuya memoria siempre es presente.
El pueblo de Minos practica las artes. También las letras. Tienen dos sistemas de escritura corriente y uno sagrado, jeroglífico, de signos sagrados. Tienen pues libros que en este imperio del mar son tablillas de arcilla. Alguien en algún momento ordena un libro diferente, un libro que tenga la forma de la luna, la forma del sol, que sea un disco y que en él se disponga un poema a la manera de un laberinto, a la manera de una tela de araña.

El Disco de Festos
Y el mensaje se escribe. Se mandan fabricar sellos de oro para imprimir el poema. El disco de arcilla se hornea y su superficie ambarina arde con el misterio de los signos que soporta. Este libro circular, que cabe en la palma de la mano, surcado de dibujos que son palabras, de palabras que son sonidos… se deposita silencioso y consagrado en una fosa de un palacio exquisito.
Y pasa el tiempo, y en el tiempo pasan sucesos. Sucesos naturales e históricos. A pocos kilómetros de Creta explota una isla, la más hermosa, Kaliste, que también se llamaba Thera. Una serie de tsunamis arrasan con las costas, succionan los navíos, inundan las grutas sagradas. Una cadena de sismos conmueven los cimientos de los palacios. La destrucción es casi total, el imperio de Minos se doblega y mustia y sobre él se establecen los duros señores micénicos, los reyes guerreros que canta Homero en su Ilíada, los que se llamaban pastores de hombres y wannax, esa palabra que no es griega.
Y pasa el tiempo. Arenas, polvo, animales, vida, asentamientos de pueblos diversos. Pasan mil años y otros dos mil y quinientos y el libro aquel, circular, laberíntico, eterno, con su poema ardiente y consagrado permanece oculto, bajo la tierra.

Sir Arthur Evans
En otra isla, a principios del siglo XX, un hombre de genio fue capaz de intuir ese pasado, de escuchar la voz de una civilización sepultada por el tiempo y por la tierra, de ir a buscar sus libros. Y los encontró, encontró todo, el laberinto y la “biblioteca”, cientos de tablillas con escrituras, frescos, palacios, historia, color y vida. Se llamaba Arthur Evans. Encabezó y sufragó una de las más impresionantes misiones arqueológicas que hayan existido jamás. De su propio bolsillo, con el apoyo y respeto de su patria, Arthur Evans sacó a la luz la civilización más antigua de Europa, devolvió a los europeos su glorioso pasado, equiparable al del Egipto milenario.
Ya casi al final de su vida, nonagenaria, Arthur Evans impartió una conferencia en Londres a la que asistió un niño de 13 años. El viejo arqueólogo se lamentaba de que los “libros” que había encontrado, esas tablillas de arcilla surcadas de signos, no podían leerse, no existía la clave para que fueran descifradas, se ignoraba su lenguaje. Incluso ese disco de arcilla, que no había encontrado él, sino un arqueólogo italiano, a pesar de tener dibujos que podían comprenderse en su mayoría, permanecía indescrifrado.
Michael Ventris
El niño de 13 años recogió el sueño del arqueólogo, más que arqueólogo, descubridor de Humanidad. Se llamaba Michael Ventris, se hizo arquitecto y a lo largo de 20 años ideó un sistema para intentar traducir las tablillas. Y lo logró, a mediados de la década de 1950, a través de la radio se anunció al mundo que las tablillas estaban escritas en griego. Y que no era un alfabeto, sino un silabario. La emoción que atravesó el planeta fue indescriptible, parecida a lo que sintieron los europeos cuando Champollion en el siglo XVIII logró descifrar la escritura egipcia gracias a su análisis de la piedra de Rosetta.
Pero nuestro libro circular, ese poema resguardado por el tiempo y por la tierra, permanecía indescifrado. Otros investigadores lo intentaron y muchos soñadores han ensayado hacerlo hablar desde entonces.
Todo en vano.
El libro circular, el libro-disco libre permanece en su museo, en Herakleion, capital de Creta, como un reto para ser leído, como una aventura para quien quiera correrla.

En primera persona

Ahora hablo en primera persona. Amando el pasado como lo amo, sintiéndolo como lo siento a taravés y principalmente de esas extensiones de memoria e imaginación que son los libros, a través de un libro muy libre, descubrí en mi adolescencia el disco de Festos. Y como el niño de 13 años que escuchó al arqueólogo, recogí inconscientemente su reto y su pregunta.
Me han presentado aquí como una escritora de literatura infantil y juvenil. Y lo que yo quisiera decir ahora es que empecé a escribir precisamente por ese reto, por ese mensaje guardado en el disco, para saber qué dice, para leer ese “poema”. Entusiasta de internet, se me ocurrió escribir una novela que fuera una investigación y donde los jóvenes fueran los protagonistas, y donde las herramientas de comunicación que brinda la red y los modos de pensar y de analizar que se siguen de los hábitos cibernéticos, los instrumentos para estudiar ese libro, para disfrutar de ese poema.

Philippe Plagnol
Un joven francés, Philippe Plagnol, quien existe verdaderamente e hizo un sitio web a propósito del disco de Festos a fines de la década de los noventa, que fue cuando descubrí Internet, fue convertido en el personaje principal. El otro personaje es Nuria, una chica mexicana, para reivindicar para México, a través de este sueño, una aventura de este tamaño. Esta fue mi primera novela y se llama El Disco del Tiempo, ganó un importante premio de literatura juvenil y significó el haber encontrado mi camino de escritora. La secuencia de esta novela, sobre otro objeto arqueológico igualmente fascinante, el Disco de Nebra, ha sido publicada en Cuba, y se llama El Disco del Cielo.
El año pasado, el gobierno de Costa Rica eligió El Disco del Tiempo como parte de las lecturas obligatorias para secundaria. Esto significó un gran aumento de lectores y una lluvia de visitas en los sitios internet que llevo paralelamente a mis libros. Como por arte de magia, National Geographic emitió en los meses pasados un programa que se ha repetido mucho en torno al Disco de Festos. Esto hizo que los visitantes a mis sitios internet se multiplicaran. 

Gareth Owens. Foto: National Geographic
El programa fue estelarizado por el principal estudioso actual del libro, el Doctor británico-griego Gareth Owens, quien vive en Creta y encabeza el Proyecto Daidalic para investigar las escrituras cretenses y el disco de Festos. Él ha podido descifrar una palabra y mediante la ayuda de un programa de computadora transladar a lenguaje musical el mensaje del disco. Esto revela que tiene estructura de himno o de poema y que la investigación va por buen camino.
Lo que comenzó como un sueño adolescente, un libre sueño de libros, es ahora una aventura cultural en la que quiero involucrar a todos ustedes. Me puse en contacto con Gareth Owens, quien ya estaba enterado de mi libro y me pidió encarecidamente se lo enviara. El Disco del Tiempo ahora está en Creta y a la isla hermosa a propósito de la que iniciamos esta charla ha llegado al suelo de Minos y Ariadna, de Minotauro y Pasifae. y una vez puestos a soñar, a fabricar recuerdos de futuro, es imposible detenerse:   ¿Y si un joven mexicano, costarricense, chileno recoge ese reto, como Michael Ventris recogió el sueño de Arthur Evans? Y si un joven de Guatemala, de Colombia, de El Salvador inventa un método y puede decirle a Europa en el siglo XXI “te devuelvo este lenguaje”, "te devuelvo las voces de estos hombres y estas mujeres, de estos niños"..?

Vivimos sin lugar a dudas, tiempos interesantes. Tiempos en los que podemos llevar a la realidad sueños antes impensables. En los que podemos poner a volar la imaginación y la libertad a través de esas aves de memoria e inmortalidad que son los libros. En los que podemos decir: Yo no soy, sino a través de los otros, quienes me dan plena existencia. En que podemos interesarnos los unos por los otros, leernos, extendernos, recogernos los sueños y a través de estos libros escritos entre todos, ser, como nunca antes en la historia de la humanidad, libres. Libres para soñar, para conocer, para proyectar e interrelacionar, para decir con todas sus letras y llenar todos los sentidos de la hermosa frase de los clásicos: Hombre soy y nada humano me es ajeno.



 

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